El reciente incidente de la ausencia de Lionel Messi en un partido de fútbol en vivo en Hong Kong ha provocado una importante reacción y conversación, revelando la vulnerabilidad del fútbol como espectáculo mundial ante las redes sociales.
Un espectador enfurecido fue filmado pateando la cabeza de un muñeco de tamaño natural de la superestrella ocho veces ganadora del Balón de Oro a las puertas del estadio de Hong Kong, un acto que rápidamente se hizo viral.
Los hongkoneses se sintieron menospreciados y estafados por la ausencia de Messi, y su decepción aumentó cuando jugó en Tokio en la gira de pretemporada del Inter de Miami. Este incidente pone de manifiesto cómo han evolucionado las expectativas del público, que ha pasado de ver un simple partido de fútbol a experimentar una presencia Instagrammable.
El quid de la cuestión radica en cómo define el público la belleza, ya que el fútbol compite con otras formas de entretenimiento por la atención. Esta definición es crucial, ya que el fútbol busca nuevos seguidores entre generaciones acostumbradas a consumir formatos de entretenimiento no construidos fundamentalmente para los deportes tradicionales.
Esta situación sitúa a ciudades como Hong Kong y la China continental en el centro de una crisis de relaciones públicas imposible de ganar, y revela lo vulnerables que son las industrias deportivas globalizadas a las perturbaciones de las redes sociales.
El Inter Miami FC, copropiedad de David Beckham y donde ahora juega Lionel Messi, al final de su carrera, entiende que el público en directo pagará no solo por sus habilidades futbolísticas, sino también por su presencia Instagrammable. Fundado en 2018 y jugando en la Major League Soccer estadounidense desde 2020, el Inter Miami es un producto nacido de la era TikTok/Instagram Reels/YouTube Shorts.
Entienden que mostrar la destreza goleadora de Messi puede crear momentos virales en las plataformas de redes sociales: incidentes del tipo «Messi marca tres goles en cinco minutos» que se consumen con avidez en línea.
El fútbol se ha ido adaptando con mayor o menor éxito a las presiones e incentivos creados por estos nuevos canales. El Inter de Miami es una pura confección de ellos, con Messi como edulcorante definitivo.
El reto: Fragmentación de la diversión
El fútbol, como otros deportes, se enfrenta a una fragmentación cada vez más agresiva de la diversión. Los vídeos cortos y sus algoritmos adictivos están evolucionando posiblemente más rápido que cualquier otra forma de entretenimiento en la historia. Este formato puede reempaquetar el contenido existente (fragmentos de películas, televisión, juegos, deportes) de una manera que hace que algo que has visto varias veces parezca nuevo.
El fútbol no ha perdido su magnetismo natural, pero se ve obligado a competir segundo a segundo con buscadores de atención más inteligentes y astutos. Esta competencia ha amplificado el poder de individuos cuyas hazañas funcionan extraordinariamente bien como breves ráfagas visuales preferidas por muchos consumidores de hoy en día.
El poder de las estrellas individuales en el fútbol
Este deporte siempre ha sido una fábrica de superestrellas, pero la globalización a través de las redes sociales y la capacidad de los vídeos cortos para intensificar la atención sobre jugadores individuales han hecho que el fandom sea más portátil. Los clubes crean bases y ecosistemas, mientras que las estrellas individuales crean seguidores.
La adquisición de Messi por decenas de millones por parte del Inter de Miami tenía como objetivo atraer a estos aficionados portátiles fomentados por las redes sociales para construir su marca. Sin embargo, como atestigua la furia de Hong Kong tras el incidente de la incomparecencia de Messi, esta estrategia puede resultar contraproducente cuando no se cumplen las expectativas.